martes, 16 de agosto de 2011

Insomnio


“Y Jesús lloró.”

Juan 11, 35.

Este es el versículo más corto de toda la Biblia, tan solo tres palabras que dicen tantas cosas.
“ Y Jesús lloró”.

Las lunas también lloran, mueren, escriben y se enamoran.
Es difícil escribir cuando no tienes nada en la cabeza, es esta sensación de caer que tanto terror me ocasiona cada noche, la diferencia es que esta noche, como cada una de las noches desde hace un par de semanas, no tengo sueño.

En algún lugar leí que el Insomnio es la enfermedad de los poetas, o tal vez no lo leí, talvez lo inventé para sentirme un poco mejor, si eso, un poco mejor.
Hay tantas cosas que no ayudan, medicinas, hipnóticos, hormonas inductoras del sueño, todas y cada una de ellas sirven para un carajo. No se puede dormir cuando no se tiene nada en la cabeza, ni tan siquiera una idea que ronde silenciosa por la habitación, entre por los oídos atascados de notas y se albergue en la mente para expandirse cual enfermedad y de tanto dar vueltas en el interior termine por marearme y hacerme dormir sin esta asquerosa sensación de caer en un túnel sin final, como aquel en el que Alicia cae tras perseguir al conejo con prisa.

- No sigas al conejo, no sigas al conejo.-

No hice caso del instinto que me gritaba esta advertencia cada vez mas fuerte, y ahora me encuentro cayendo en este pozo:
Caen pesadas y en silencio
las palabras que conjuras
Para no conciciliar nada
que no se llame ausencia

Y ahora, como cada noche, la luna llora dejando pedacitos de lagrimas brillantes.

La luna llora, como Jesús ante la tumba de Lázaro, conmovido por las lagrimas de María de Betania.

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