domingo, 17 de julio de 2011

XV No... recuerdo

No recuerdo nada. 

Es preciso que no me lo exijas.
Me es imposible recordar.
Es necesario que no me atormentes con esa posibilidad, con la probabilidad de esa mentira que hemos forjado juntos ante aquel espejo enorme que nos reflejaba entre sus manchas y grietas.
Es necesario que no me atormentes con esa posibilidad de la memoria.
Sólo se ha grabado en mi mente una imagen, pero una imagen que no es un recuerdo.

Soy capaz de imaginarme a mí misma convertida en algo que no soy,
pero no en algo que he sido; soy, tal vez, el recuerdo remotisímo de mí misma en la memoria de otra que yo he imaginado ser.


Es por ello que yo no puedo recordar.
Sólo puedo escucharte, oír tu evocación cómo si se tratara de la descripción de algo que no tiene nada que ver conmigo.
Es preciso, lo sé, que yo te crea cuando me hablas de todo lo que hemos hecho juntos.
Estoy dispuesta a creerte, pero no puedo recordarlo porque para ti yo no soy yo.


Soy otra que alguien ha imaginado.
Soy, quizá, la última imagen en la mente de un moribundo.
Soy la materialización de algo que está a punto de desvanecerse;
un recuerdo a punto de ser olvidado

jueves, 14 de julio de 2011

XIV Locura

En la Edad Media se difundió la creencia de que la locura era resultado de excrecencias cerebrales, a menudo imaginadas como protuberancias o tumores en la frente. 

La intervención quirúrgica para eliminar esta "piedra de locura" de la cabeza de una persona considerada demente, es el tema de varias pinturas flamencas del siglo XVI, incluso de obras del Bosco, Jan Sanders van Hemesen y Brueghel. La piedra de locura también fue el tema de uno de los versos "rederifker", "La piedra oculta bajo el chichón expuesto". 


Quizá debajo de todo este cabello revuelto se note aquella protuberancia en mi, aquella que sólo yo, cuando estoy en la ducha y mi cabello parece dormir, aplastado, mojado, pequeñas hebras rizadas pegadas a mi cara, a mi craneo, sólo en ese momento puedo notar ese pequeño bulto que sobresale de mi cabeza y tiene vida propia.En el están contenidas todas mis letras, es la piedra... la piedra de la locura, la piedra filosofal, es ese punto de encuentro donde mis sentidos convergen y depositan toda la información que perciben y lo transforman en letra, en palabra viva.


Amo esta piedra, aveces minúscula, aveces monolítica, aveces mas molesta que un cálculo renal, aveces más mágica que un cuarzo blanco, piedra de ritual, de adoración, piedra de jade, de obsidiana... piedra de historia, piedra tallada como Coatlicue cerebral, piedra de sueños, piedra de dolor, piedra cómo lapida donde está escrito: «Siento un libro dentro de mí. Un libro que me atraganta. Un libro que me obstruye la respiración».Piedra de mi vida, pequeño disco que dibuja saltos en un lago, perfécto escudo de Pipila, piedra de sacrificio, de mi sacrificio, piedra de mi vida, piedra que es mi vida, piedra que será mi muerte.
«He meditado en la posibilidad de enloquecer. Ello sucederá cuando deje de escribir. Cuando la literatura no me interese más».

Pizarnik estaba loca, ¿Enloquecer hasta que la literatura no le interesara?¡¿Quien diantres era ella para privarse de ambos placeres?!¡¿Para que esperar tanto?!Y es que siempre supe que la literatura y la locura habitan en mi en perfécta simbiosis.¡Escribiré poesía hasta enloquecer!

Creoqueesdemasiadotarde
Graciasalalocuraescribespoesía¿noloentiendes?
Graciasaelloexistimos