Disección

Quisiera arrancarme las palabras del alma como los cabellos de la cabeza cuando soy presa de la desesperación. Es terrible sentir que tengo tanto escrito en el cuerpo y no conozco el lenguaje para traducirlo, estoy ciega ante mí, muda ante el mundo. No puedo conocerme, sólo me intuyo, soy como una sombra que indica el atardecer, aun cuando no pueda ver el sol.

No puedo tomar la vida en serio si la vida no es algo que pueda referenciar, si la vida es para mí como un sueño del que, una vez que has despertado, no logras recordar cada detalle, como si una gran parte de él simplemente se hubiese esfumado.

Me duele el mundo que no me toca, es como si viviera siempre en una fantasía que, sólo algunas veces, coincide con la realidad de quienes me rodean, pero que no logramos percibir de la misma forma. Este extraordinario vivir apartada de todo, de todos, deambulando por el mundo topándome ocasionalmente con seres que, como yo, viven al margen de las cosas, en sus soledades internas, creando sus propias realidades y ( es esto lo que me resulta envidiable) pudiendo compartir trozos de este mundo en el que se desenvuelven con el resto de la gente. A eso llamo yo arte, a la capacidad de encontrar la forma exacta y terriblemente hermosa de poder arrancarse un trozo de alma e insertarlo en el alma de alguien más.