De vuelta a las andadas

Creo que necesito dejar de presionarme tanto. Este semestre en la escuela me excedí con las materias y deberes y demás y pensé que podía con todo, pero no... ¿a quién intentaba engañar? No tengo disciplina y sé cuanto me hace falta. No me gusta la mediocridad, la detesto y detesto aún más cuando yo soy mediocre. Decidí dejar la tesis este semestre, la haré el que viene, no tendré más que hacer y me aseguraré de hacer un trabajo de calidad.

En estos momentos soy una voragine de tantas cosas que ni yo misma me entiendo. Creo que necesito vacaciones, pero unas de verdad. Lejos de todo y de todos los que conozco, ir a un lugar totalmente nuevo y enfrentarme a nuevas situaciones, no estas que ya me tienen bastante harta.

Es momento, ya saben, de retomar el camino, mirar dentro y recordar las verdaderas intenciones. ¿Qué es real si no los sueños?

Recordé un hermoso poema de Olga Orozco que quisiera compartir; leerlo en estos momentos en tan reconfortante que quizá llore. Quizá, sólo quizá, quizá no. Nadie sabe. Es este no saber lo que me gusta tanto y me atormenta.

Sin más, he aquí un fragmento del poema:

Los oleajes se cruzan y conspiran como los visitantes en los sueños, intercambian espumas, cáscaras, amuletos y papeles cifrados y jirones, y todo tiempo inscribe su sentencia bajo las aguas de los otros tiempos, mientras viajas a tumbos en tu tablón precario justo en el filo de las marejadas. Pero hay algo, tal vez, que logró sustraerse a las maquinaciones de los años, algo que estaba fuera de la fugacidad, la duración y la mudanza. Guarda, guarda esa prenda invulnerable que cobraste al pasar y que llevas oculta como un ladrón furtivo desde el comienzo hasta el futuro. Estandarte o sortija, perla, grano de sal o escapulario, describe una parábola de brasas a medida que te aproximas, que llegas, que te alejas: tu credencial de amor en la noche cerrada

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