domingo, 8 de mayo de 2011

VIII

Es bien sabido que tengo obsesión por algunas cosas, una de ellas, quizá la mayor, es por el lenguaje, pero hoy no hablaré de ello. Un concepto que me ha estado rondando mucho en la cabeza: el tiempo. Y no me refiero a noción de horas, minutos, o segundos; más bien es esta cuestión de hacer, ser o estar en el tiempo adecuado. La mayoría de las ocasiones tengo esta sensación de que llego tarde a la vida de las personas, y muchas otras de que me quedo más tiempo del que debo. O que hago las cosas cuando ya es demasiado tarde y no tienen sentido, o las hago con demasiada anticipación y no sirven de nada. Estoy fuera de tiempo, puedo ver en mi que algo no cuadra, no encaja, se nota la disonancia, como cuando hay problemas en un vídeo y el audio está desfasado y no se sincroniza con la imagen. Esa es la historia de mi vida. 

Dicotomía incruenta

Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.
              O. Girondo 


Supongo que esta sensación es algo que me va a acompañar de por vida, soy uno de esos errores en la Matrix que nadie va a reparar ¿por qué? porque a nadie afectan (sólo causan incomodidad en el propio error, quién es consciente de él :S) Ahora que estoy leyendo Ana Karenina (siii, de nuevo, por fin la conseguí gracias a mi amigo oveja) y viendo la serie que la BBC realizó sobre la novela de Jane Austen "Orgullo y Prejuicio" me pregunto si mi vida hubiese sido más fácil en esa época, si me hubiese tocado vivir una historia de esa índole, o si al menos a quién escribiera mi historia se le hubiese ocurrido escribirme un final feliz. Como odio estos puntos suspensivos del vivir en la realidad.

No se, desvarío, escribo para no caer, para no perder-me, lanzo letritas absurdas como anclas para ver si logro aferrarme a algo ahora que he perdido toda brújula, que me encuentro como cometa sin órbita.
Meh...

Escribiré, escribiré para salvarme


Es una noche pesada
 con aroma a navajas
 enredadas en antebrazos
 Tengo dentro la espera
 de un cometa que esta vez
 no aparece surcando el cielo
 Y mientras la luz se oculta
 de la hiedra noche creciente
 espero que los dragones lleguen.

No hay comentarios: