miércoles, 26 de octubre de 2011

Don Pasado

No voy a volverme más joven, mi piel no estará mas tersa ni mi mente más ágil, se que no soy vieja, pero se que he llegado a un punto donde la cuesta cada vez será más empinada; a partir de éstos momentos todo es más difícil, el futuro se vislumbra incierto y mirar hacia atrás es siempre tentador; ahí está don pasado como un viejecito agradable y bonachón, con sus arrugas repletas de sabiduría y una sonrisa en la cara. Es gracioso, hace unos cuantos meses solía mirar al pasado y era mi mayor temor, mi mayor dolor, vestí a mi pasado con el disfraz de mis mayores demonios, poseía por máscara el rostro de todos aquellos seres y momentos que me hirieron, era un espejo de acciones y rostros de quienes dañé. El pasado era terrible, doloroso, y solía volver la vista atrás a sabiendas de lo terrible que sería sólo para castigarme, me quedé estancada en el pasado y lo traía a cuestas como costal de vagabundo con la única intención de hacerme pagar por mis errores, el pasado era dolor, nostalgia y culpa.

Hoy día, el pasado ha mostrado su verdadero rostro, es un rostro de ternura, está vestido de bellos momentos, me sonríe con una mueca cálida y protectora, me abre sus brazos de bellos recuerdos y me invita a volver a él, a recordar los días felices de la infancia donde el dolor no parecía una posibilidad, me ofrece visiones de momentos en los que mi mente, otrora ágil y genial, descubría y entendía cosas con una celeridad maravillosa. Todos esos manjares me ofrece Don Pasado. Pero le digo que no. Y no es que no me guste, no es que no me tiente. Es sólo que es momento de vivir el Presente, ese Presente tonto y despistado, es momento de ver por él y crecer junto a él, de conquistar batallas juntos, de aprender en el aquí y el ahora lo que éste tiene por mostrarme. De serle completamente fiel aunque muchas veces no obtenga lo que deseo, aunque muchas veces desee cosas que sólo futuro podría darme, aunque muchas veces anhele cosas que sólo Don Pasado posee. Es momento de comenzar a escribir otra historia, en mi vida, en mi piel, en mi alma y en mis letras.

Me entrego a Presente pura y limpia, sin cargas absurdas ni dolorosas, he dejado todo lo malo en el pasado que decidí matar. Traje conmigo todo el aprendizaje, la experiencia, el conocimiento, los sentimientos y el criterio que junto a él logre construir, es momento de darle una nueva forma.

Es momento de volver a escribir. Es momento de madurar como persona, como mujer, como escritora.

Es momento de dedicar todo mi tiempo y mi esfuerzo por encontrar mi voz.

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